La luz puede proceder de los más claros días, o las más oscuras circunstancias e inclusive personas. Esto es así. La claridad no siempre muestra la luz; la oscuridad no es precisamente tempestad. No obstante la inocencia eclipsa cada instante, poniendo su marca personal con cada paso que se da en la vida. Porque es fácil ser luz e inclusive tinieblas, pero no es fácil ser inocente. Se nace con ello, esta arraigado al alma al entrar en estos confines, y es deber del mundo así como del ente inocente mantenerse en ese estado a voluntad.
Muchos no
tienen problema en mantenerle intacto, otros no desearían volver atrás. Ciertamente
todos somos inocentes en un punto en nuestras vidas. Si embargo muchos decidimos que es innecesario o simplemente no le valoramos, ni le vemos. Más
esta allí. ¿Qué más oscura sensualidad que esta? No es seducción a placer, sino
la simpleza del ser. Es esto lo que realmente cautiva el alma humana y la
chispa que da vida en las relaciones del día a día no importando su índole.
¿Por qué? He
aquí la respuesta. La inocencia yase no solo en la vista del ser, sino en sus actos. Muchas veces desempeñamos cosas en contra de tal inocencia, pero lo que
hacemos es resaltar cada vez mas esta. La ironía de la vida plasmada en una
sola palabra, inocencia. Pues el mal que realizamos a conciencia es uno de los
más claros ejemplos. El mal por mas intencionado que sea no llega al análisis de
los más profundos deseos del ser, llevándolo al acto inocente de desempeñar
aquel mal creyendo que suplirá las necesidades más profundas.
Llevándonos
al punto de partida de todo y todos, la relatividad de la verdad. Pues la
verdad es relativa y la inocencia del ser disfruta de cada uno de los aspectos
de esta. Un desconocer delicioso que consta
en alimentar el alma con lo que se cree
pertinente no importando que sea la misma muerte de cada una de sus células a
propia mano y boca. Pues la inocencia nace en el desconocer y que mayor
desconocer que el de uno mismo.