martes, 24 de enero de 2012

Perso nel tempo...

Son los segundos los que en sus caminos llevan las ansias y las convierten en polvo. El alma ante esto se hace pedazos en la búsqueda, mas no encuentra lo necesario. Es como el niño que ha perdido su madre entre una muchedumbre. Este ve los rostros de todos y a la vez el de nadie. Todas las miradas le son la entrada, salida, y los seres le son cualquieras. Les ve uno a uno con ansiedad, mientras los segundos bañan sus esperanzas, ya marchitas con más de una negativa en el aire. Al observar los rostros, la caída de los segundos le revelaría las diferentes intenciones que correrían sin ser vistas entre los cuerpos en movimiento. Por si mismas se esconderían, sigilosamente se acomodarían, mas ya no serian ocultas bajo sus roles diarios. No estarían más ante sus ojos. Bondad en cada rasgo, así como el sufrimiento detrás de la malevolencia; estas saltarían, se deslizarían por su piel, tras la posibilidad de una nueva victima. Sin embargo en ninguno identificaría el brillo, ni mucho menos las hebras que por lo largo de su vida le han brindado la calidez necesaria. Nunca serian sumadre. Así que el llanto no tarda en aparecer. La desesperación acrecentaríacon cada paso y las ganas de continuar serian ensombrecidas por la turbación del momento. Solo queda el deslizar de las lágrimas, así como el vociferar lo que tanto el alma y corazón anhela. Siendo lo que el niño desearía, lo que su alma y corazón anhelan, el calor y la protección de su madre.