-Gota a gota la copa se colma...-Por cuarta vez el libro
tocaría el suelo. Siendo en el momento la única diferencia el correr de cada
página suelta por la yerba. La mirada pasaría de páginas llenas de letras
incomprendidas por el mundo más para su ser tan familiares, a divagar entre
cada una de las copas de los árboles. Arboles llenos de oscuridad y teñidos por
el leve resplandor de las estrellas, ocultando y marcando en el firmamento las
semejanzas y las diferencias entre pensares incomprendidos.
-… Así mismo se puede vaciar, con el pasar de la brisa…-
Sabiduría oculta apartaría del resto más de lo pensado, más sin vergüenza
alguna continuaría atrapando con los labios aquella copa de la cual extraería
su cena limpiamente, sin derramar gota alguna de la frescura y el hechizante
sabor de aquel carmín.
-¿Tanto o más que los momentos?...más que los anhelos, o
como dicen muchos, el “amor” profesado?...bah… vanidad de vanidades…-
Quizás la brisa no le vería venir, más las páginas que
momentos permanecieron teñidas por una oscuridad más profunda, y el claro olor
de la grama volaría lejos de los segundos acumulados. Aquellos segundos que
esconderían de la multitud en el parque donde los jóvenes amantes disfrutaban
del legado en algo más que en corazón y alma, en cuerpo. Por algo las personas
adineradas, los aristócratas disfrutaban cada segundo en él. Entrando y
saliendo constante de la mano con alguna damisela perdida en las diferentes
sendas, y tras el pasar los segundos de su flamante entrada los intrépidos
gritos en las partes alejadas de la luz se harían constantes. Claro, estaría la
pasión y esta no dejaría de existir aunque el lugar fuese familiar, siempre
existiría el buen gemir aunque fuese lejos de la realidad de muchos.
-…Le sientes, pero aun así no le puedes ver…es exactamente
igual, causa el mismo daño que una tormenta si se logran interrelacionar con
otras, una sacudida de sus vientos en debilidad puede ser la extinción de algo
tan patético como lo son ellos…- Un gemido fuera de tono marcaría el fin de una
nueva pareja alejándose del pasadizo, de su naufragio. Siendo aquel muy
conveniente al fluir las palabras de la fémina hambrienta a media luz.
-¿Tanto como lo eres tu cada noche lejos de mi alcoba?...-
No sería visible más aun así palpable el cambio en el
ambiente. Siendo expulsado con astucia la seriedad en el caballero, y
sustituida así por un hambre voraz que solo el cuerpo puede aplacar.
-Puede ser cierto… más puede ser algo marcado y agarrado de
ante mano? Quién sabe?... podrías demostrarlo?...-